Fueron 45 minutos de angustia, tensión, sufrimiento, vacíos en el estómago, pero especialmente de nervios. Y todo porque Millonarios aún no convertía.
El estadio había caído en un letargo inexplicable si se tiene en cuenta que se trataba de la final del fútbol profesional colombiano.
Pero Wilberto Cosme, ese hombre abucheado en miles de ocasiones por su poca técnica y casi nula fundamentación, levantó a los más de 40 mil hinchas de sus asientos.
El goleador del semestre de Millonarios aprovechó un centro perfecto de Hárrison Otálvaro, se le adelantó a los hasta entonces perfectos centrales del Medellín y venció el último obstáculo de la noche, Leandro Castellanos.
Júbilo, alegría, ganas de llorar y el corazón latiendo a mil fueron desde entonces las nuevas sensaciones de los aficionados en El Campín, quienes por fin se animaron a levantar y hondear cientos de banderas en el escenario deportivo.
Y es que Millonarios había dejado en al menos un par de ocasiones el grito de gol atragantado en millones de colombianos.
El propio Cosme se había encargado de dilapidar la primera opción del partido al minuto cinco. Luego fue un remate en el palo de Otálvaro el que dejó a los hinchas con el ‘corazón en la mano’.
Millonarios era una máquina ofensiva en ese arranque del partido. Medellín aguantaba con éxito, hasta entonces, cada uno de esos embates. Leandro Castellanos respondía con aciertos cuando su defensa era superada.
Poco hacía el equipo paisa por ir a buscar el gol. De hecho, solo hasta el minuto 39 hubo un remate directo al arco, que controló fácilmente Luis Delgado. Antes, fueron solo aproximaciones con Felipe Pardo, William Zapata y el propio Sebastián Hernández.
Pero si los defensas de Medellín estuvieron, hasta el gol, siempre acertados, Román Torres estuvo impecable cada vez que tuvo que salir a cortar, cerrar o incluso en los mano a mano con los atacantes del ‘Poderoso’.
Pero en el inicio de la segunda parte fue otra la puesta escena.
Millonarios le cedió el balón a Medellín creyendo que esa poca ofensiva del primer tiempo seguiría sin hacer daño.