Zinedine Zidane ya no aparece por las dependencias del primer equipo del Real Madrid en Valdebebas. Ahora vive en los edificios y campos de la cantera. Aunque apenas unos metros separan ambas zonas, la distancia con José Mourinho es mucho mayor. Su estancia como director de fútbol del primer equipo apenas llegó al año. Ninguno de los dos estaba satisfecho con la situación. Así que Zidane escogió su camino.
Con la incorporación del galo, Mourinho pretendía recuperar la figura encarnada por Luis Figo en el Inter. Un miembro más de la familia que forma el portugués en torno a sus equipos, leal hasta el final y dispuesto para lo que el equipo, a juicio de Mourinho, necesite. Nada más llegar al Madrid, el técnico luso reclamó su presencia: "Dentro de la estructura futbolística que quiero para el Madrid, me gustaría poder disponer de Zidane más cerca de mí".
El francés accedió al inicio de la temporada pasada a convivir con Mou como director de fútbol del primer equipo. "Me gusta que esté trabajando con nosotros y que haya decidido cambiar su vida y entrar en este proyecto. Tiene mucho para dar", le dio la bienvenida el técnico. "Veremos cuál va a ser mi trabajo", replicó Zidane. Ahí estuvo la clave del asunto. Lo que uno pretendía y lo que el otro deseaba.
Sin acuerdo
Por ejemplo, Mourinho esperaba que Zidane se alineara con sus quejas arbitrales. El luso esperaba que Zizou, una voz más que autorizada en el mundo del fútbol, siguiera su discurso para que tuviera mayor calado. Pero el eterno 5 madridista no lo hizo como jugador y tampoco lo iba a hacer como asistente.
El galo empezó full-time. Estuvo con el equipo en la gira de Estados Unidos. Viajaba a los partidos de Champions, convivía con el equipo en Valdebebas, entraba al vestuario… Pero Zidane siempre ha pecado de timidez y de un carácter introspectivo. No caló en el vestuario.
En su nueva etapa se aleja de las formas y el fondo que imperan en la dirección de la primera plantilla
Su debilidad por Benzema no era del todo entendida en el grupo. Todos los cuidados eran para su compatriota -de hecho, buena parte de la culpa de la gran temporada de Karim fue de Zizou-; cuando había otros compañeros que también necesitaban una conversación o sólo una palmadita en la espalda. Ahora, Benzema añora a su consejero.
En su nueva etapa, alejada de las formas y el fondo que imperan en la dirección del primer equipo, Zidane está volcado con el trabajo de cantera. Es habitual encontrarle en las gradas de Valdebebas. El sábado pasado, sin ir más lejos, acudió con su familia e hijos -los tres, Enzo, Luca y Theo, juegan en la cantera- a ver al Juvenil A.
En formación
Zizou está entrando poco a poco en las dinámicas del Castilla, del C y de los juveniles. Por ahora ve los entrenamientos como mero oyente. Pero no tardará en participar de manera más activa, incluso haciendo entrenamientos específicos con los centrocampistas.
Además, está estudiando el curso de director técnico en Limoges -el pasado lunes estuvo allí- y en breve empezará el de entrenador en Clairefontaine. Ya le pica el gusanillo. Pero lejos de Mou.